NUESTRO ESPACIO
Hemos querido rendir homenaje al entorno natural que inspira nuestra cocina: el pinar. Y lo hemos hecho convirtiendo el local en una evocación sensorial y emocional de ese bosque que tanto amamos.
Al cruzar la puerta, el visitante se adentra en una atmósfera que recrea un pinar vivo. Los listones de madera que visten las paredes y el techo se alzan como troncos de pinos, y sobre ellos, gotas de resina suspendidas —convertidas en luminarias— caen como lágrimas de luz. Por otro lado, los antiguos resineros se han convertido en lámparas que iluminan nuestro espacio con calidez y memoria.


La primera sala
La primera sala, amplia y acogedora, está concebida como zona de aperitivo. Aquí, las mesas bajas de madera recuerdan las toconas donde antaño los trabajadores del monte se sentaban a comer tras una jornada entre pinos. Es un lugar pensado para abrir el apetito, compartir conversación y dejarse envolver por el aroma de los primeros bocados.
Sala principal
Desde ahí se accede a la sala principal, atravesando un tramo de la antigua barra del histórico bar que fue regentado por nuestros abuelos, un guiño emotivo a la historia del lugar y a las raíces familiares que nos sostienen. Esta sala acoge cinco mesas cuidadosamente dispuestas, pensadas para disfrutar de una experiencia íntima, pausada y profundamente conectada con la naturaleza y el sabor.


Sala reservada
Contamos con una pequeña sala reservada: una mesa única, aislada del resto, ideal para grupos de entre cuatro y ocho personas que buscan una experiencia más recogida y exclusiva, sin perder ese ambiente envolvente del pinar.
Cada rincón de nuestro restaurante ha sido diseñado para trasladarte, a través de la madera, la luz y el silencio contenido del bosque, al corazón mismo del pinar. Un lugar donde la naturaleza no solo se saborea, sino que también se habita.