MIS ABUELOS
La mayor parte de los recuerdos de mi infancia me llevan a los fogones, las grandes ollas y los sabrosos potajes. Intentar reconstruir la historia de La Lobita es reconstruir la de mi familia. Todo comenzó en 1952 cuando mis abuelos, Luciana Lobo y Andrés Lucas, fundaron con esfuerzo la casa de comidas La Lobita en honor al apellido de mi abuela. Desde entonces el apellido, la familia y el restaurante han crecido hasta llegar a la tercera generación de la que formo parte.
El primer cambio se produjo en 1975 cuando el restaurante se trasladó de local. Su privilegiada nueva situación dio posada a los múltiples clientes que, en el descanso de su viaje, buscaban un merecido refresco junto a un plato caliente.
MIS PADRES
Después de la gestión de mis abuelos, La Lobita pasó por manos de mis padres, Elena y Jesús Reyes, quienes con esmero, dedicación y sacrificio lograron dar al restaurante el segundo gran cambio. En todo momento buscaron, desde su autodidactismo, ofrecer los mejores servicios que estaban a su alcance, con una cocina que buscaba su superación diaria. En 1999, fruto de su iniciativa, fue la remodelación del ya vetusto local para darle un ambiente más actual y acogedor. Sin duda, fue una época prospera y satisfactoria acorde con el trabajo que realizaron.
NOSOTROS
En la actualidad, con nuestra generación al mando desde el 2001, se ha producido el mayor cambio. A la tradición heredada le hemos añadido nuestra apasionada ilusión, siempre controlada desde la prudencia que aportan los conocimientos alcanzados, bien en nuestros estudios de Restauración, bien en la experiencia del trabajo constante. En el equilibrio de estas dos bases, nuestro proyecto ha sabido aunar la tradición con las nuevas creaciones y aprovecharse de los mejores frutos ofrecidos por la tierra de pinares. Todo ello con el mismo espíritu de superación, trabajo en equipo y humildad que mi familia me ha transmitido.